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El Mantra Del Sublevarse





Artículo de Franco Berardi Bifo después de los disturbios el 15 de octubre en Roma:


 El 15 febrero de 2003, cientos de millones de personas desfilaron por las calles del mundo  para pedir paz, para pedir que la guerra contra Iraq no desfigurara definitivamente la cara del mundo. Al día siguiente, el presidente Bush  dijo que no le importaba nada aquella gente ("I don’t need a focus group") y empezó la guerra. ¿Con qué resultados?, ya lo sabemos. Después de aquella fecha, en Italia el movimiento se disolvió, porque era un movimiento ético, el movimiento de la gente de bien, de las personas  que en el mundo rechazaba la violencia de la globalización y la violencia de la guerra.

El 15 de Octubre, en gran parte del mundo un movimiento igualmente amplio salió a la calle.  Aquéllos que dirigen los organismos que están empobreciendo a  la población (como el BCE) sonríen nerviosamente y dicen que están de acuerdo con quien está enfadado por la crisis, mientras lo diga educadamente. Tienen miedo, porque saben que este movimiento no desaparecerá, por la simple razón de que  el levantamiento de los ciudadanos no sólo tiene motivaciones éticas e ideológicas, si no que se fundamenta sobre la materialidad de una condición de precariedad, de explotación, de empobrecimiento creciente. Y de rabia.

La rabia a veces alimenta a la inteligencia, otras se manifiesta de forma psicopática. Pero no sirve de nada dar el sermón a "los enfadados" porque ellos se enfadan más. Y no escuchan las razones de la sensatez, ya que la violencia financiera produce también rabia psicopática.
El día anterior a la manifestación, en una entrevista publicada por La Stampa, yo declaraba que en mi opinión era necesario que en la manifestación en Roma no hubiese enfrentamientos para hacer posible una continuidad en forma de acampada. Las cosas han ido de otra forma, pero no pienso en absoluto que la movilización haya sido un fracaso sólo porque no ha ido como yo auspiciaba.

Un número incalculable de personas se ha manifestado en contra del capitalismo financiero que intenta hacer pagar su crisis a la sociedad. Hasta hace un mes, la gente consideraba la miseria y la devastación producidas por las políticas del neoliberalismo del mismo modo que un fenómeno natural: inevitable, como las lluvias de otoño. En el transcurso de algunas semanas, el rechazo del liberalismo se ha extendido en la consciencia de una parte decisiva de la ciudadanía. Un número creciente de personas  manifestará su rabia de miles de maneras  distintas, a veces tirando piedras sobre su proprio tejado, ya que para algunos el suicidio es mejor que la humillación y la miseria.

Leo que algunos se quejan porque "los enfadados" han impedido al movimiento llegar a la plaza San Giovanni con sus carros colorados. Pero el movimiento no es una representación teatral en la que se tiene que seguir un guión. El guión cambia continuamente, y el movimiento no es ni un cura, ni un juez. El movimiento es un medico. El médico no juzga la enfermedad, la cura.

Quien esté dispuesto a salir a la calle sólo si las cosas son ordenadas y si no hay peligro de marchar junto a unos violentos en los próximos diez años, mejor que se quede en casa. Pero que no espere a estar mejor quedándose en casa, porque vendrán a buscarlo. Ni la policía, ni los violentos... sino la pobreza, el desempleo y la depresión. Y puede que también los alguaciles. Así que es mejor prepararse para lo imprevisible. Es mejor saber que la violencia infinita del capitalismo financiero en su fase agónica produce psicopatía, y también racismo, fascismo, autodestrucción y suicidio. ¿No os gusta el espectáculo? Lástima, porque no se puede cambiar de cadena.

El presidente de la República dice que es inadmisible que alguien destroce las vitrinas de los bancos y queme una furgoneta lanzada a toda velocidad en un "tiovivo" asesino. Pero el presidente de la República considera admisible que sea Ministro un hombre al que los jueces quieran procesar por mafioso, de modo que le firma la nómina, aunque estando de morros. El Presidente de la República considera admisible que un Parlamento comprado con el dinero de un sinvergüenza, continúe legislando a costa de la sociedad italiana, de modo que no disuelve las Cámaras de la corrupción. El Presidente de la República considera admisible que pasen leyes que destrozan la contratación colectiva, así pues las acaba firmando. Por consiguiente,  a mí no me importa nada de lo que el Presidente considere inadmisible.

Yo voy con los violentos y los psicópatas por la simple razón de que allí es más aguda la enfermedad que sufrimos todos. Voy hacia ellos y les pregunto sin tantas historias: ¿Pensáis que quemando los bancos se abatirá la dictadura financiera? La dictadura financiera no está en los bancos, mas está en el ciberespacio, en los algoritmos y en el software.

Las dictadura  financiera está en la mente de todos aquellos que no saben imaginar una forma de vida libre del consumo y la televisión. Voy con aquellos a quien la rabia les quita la sensatez, y les digo: ¿Pensáis  que el movimiento pueda ganar su batalla entrando en la trampa de la violencia? Hay armadas profesionales listas para matar, y la carrera de la violencia la ganarán los profesionales de la guerra.

Pero mientras digo estas palabras, sé muy bien que no tendrán un efecto superior al que produce cada sermón al viento. Lo sé, pero lo digo igualmente. Lo digo y lo repito, porque sé que en los próximos años probablemente veremos algo más que un par de bancos destrozados y unas furgonetas quemadas. La violencia está destinada a extenderse. Y habrá también violencia sin pies ni cabeza, de quien pierde el trabajo, de quien no puede mandar a la escuela a sus hijos y también la violencia de quien ya no tiene nada para comer. ¿Por qué deberían de escucharme aquellos que odian un sistema tan odioso porque sobre todo es odioso el no abatirlo inmediatamente?

Mi deber no es aislar a los violentos, mi deber como intelectual, como activista y como proletario del conocimiento es el de encontrar una vía de salida. Pero para encontrarla, es necesiario estar ahí, donde mayores son los estragos, donde el sufrimiento es máximo,  tanto como para manifestarse, rechazar el diálogo, sufrir psicopatías y tanto como para desviarse hacia la autodestrucción. Hace falta acompañar la locura en sus pasillos suicidas manteniendo el espíritu límpido y la visión clara de que aquí no hay otro culpable que el sistema del atraco sistemático.

Nuestro deber es inventar una forma más eficaz que la violencia, e inventarla ya, antes del próximo G20 cuando en Niza se reunirán los responsables. En esta ocasión, no deberíamos seguirlos, no deberíamos ir a Niza para expresar por enésima vez nuestra rabia impotente. Iremos en miles de sitios en Europa, en las estaciones, en las plazas, en las escuelas, en los centros comerciales y en los bancos y allí activaremos megáfonos humanos. Una chica o un jubilado gritarán las razones de una humanidad defraudada, y cientos alrededor repetirán sus palabras, así que otros las repetirán en un mantra colectivo, en una ola de consciencia y de solidaridad que con círculos concéntricos aislará a los que están llevando al pueblo hacia el hambre y les quitará el poder que tienen sobre nuestras vidas.

Un mantra de millones de personas que hará caer la muralla de Jericó con mucha más eficacia que un pico o un molotov.   

Franco Berardi Bifo
(traducción: Cristina)

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Author: admin
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